domingo, 30 de diciembre de 2007

Historia de un mp3

La verdad es que tenía pensado escribir un post sobre mi Nochebuena y mi Navidad, pero tener que contar que me pasé la Nochebuena imitando a Raphael gracias al programa que de él se pasaba (por cierto, repetido del año pasado) y que en Navidad me levanté a las tres de la tarde y a las cuatro me volví a echar la siesta, no me resulta interesante. Mis navidades son siempre muuuuuuuuuy tranquilas.
Pero voy a contar las penurias que pasé hasta conseguir un reproductor de mp3. La culpa la tiene mi abuelo materno, que generoso él, da a sus nietos el dinero para que ellos elijan lo que quieren que para eso ya son mayorcitos. A mí se me ocurrió comprarme un mp3, porque aunque las tecnologías me odian, yo me empeño en que me cojan un poquito de cariño. No quiero ser la próxima Gates, sólo quiero que los chismes electrónicos me funcionen a la primera.
Total, que el día de los Santos Inocentes me fui toda contenta a conseguir uno, y lo tuve en menos de 15 minutos, con una capacidad de 1 GB. Y lo primero que hice fue grabar música, sobre todo de mi idolatrado Pelletier, y me fui a dormir tan contentita. Al día siguiente se me ocurre seguir metiendo canciones, pero se me atascó al llegar al 50% de capacidad y ya no me dejaba hacer nada más. Totalmente desesperada, histérica, decepcionada y muy muy muy cabreada después de haber pagado el cacharro de las narices a precio de giga y que sólo llegara a la mitad, movilicé a mi hermano, a mis padres y a mi amiga María (¡gracias!) para que solucionáramos el problema. Muy cabreada mi padre me acompañó al lugar donde empezó todo y me dijeron que el problema estaba en que la música debía meterse por carpetas. Supongo que se da por hecho de que todo el mundo sabe usar un dichoso mp3. Pues yo no.
En fin, ahora estoy más feliz que un regaliz porque ya tengo uno y me convertiré en una discoteca con patas: llevaré mi música conmigo y se vendrá a cualquier parte. No podría estar más contenta.

viernes, 21 de diciembre de 2007

Felices fiestas

Llegó. No me lo creía, pero el 20 de diciembre a las 10 de la mañana, llegó el momento en que la tranquilidad hizo mella en mí y volví a ser una persona feliz. Terminé el examen de Pediatría, con buena impresión, aunque tenía 100 preguntas y cuando iba por la décima ya no sabía lo que me preguntaban. Pero me daba igual, sabía que al terminar estaría de vacaciones. Y así estoy ahora, de vacaciones, que me durarán tres días, pero que voy a aprovechar al máximo. Y por "aprovechar al máximo" entiéndase "dormir". Porque mi idea de vacaciones no consiste en salir o viajar, ¡qué va! Consiste en dormir, necesito descansar, y para ello, me dedico a vegetar sin hacer nada más. Hoy ha sido un día dedicado a la cura de sueño, mañana me dedicaré a dormir y al otro también. Luego se me acabará el rollo, porque al dedicarme a Pediatría he descuidado lo demás y eso significa que en Navidad tengo que estudiar MUCHO. Se acabó la época feliz en que los exámenes eran antes y me dedicaba a vaguear en vacaciones. Para que digan que la época de estudiante es la mejor, sin vacaciones me quedo. Pero bueno. Hoy no estoy muy inspirada, así que voy a entrar en coma dentro de poco y dejo de escribir dejando a todos/as un deseo: ¡¡¡¡FELICES FIESTAS!!!! Y QUE LOS REYES MAGOS OS TRAIGAN... LO QUE OS MEREZCÁIS... (NO a Papá Noël, pero de esto ya hablo otro día...)

sábado, 15 de diciembre de 2007

Reflexiones profundas antes del examen de Pediatría

Dos expresiones hay en este mundo referidas a los exámenes a las que tengo un odio africano: la primera es "¿Qué tal lo llevas?" y la segunda es "Tranquila". La primera me la suele decir dos tipos de personas. Gente a la que aprecio, y me la dicen (espero) con buena idea, con el fin de animarme, y gente, esa gente, que te lo pregunta sabiendo que no lo llevas bien, que se cree que lo llevan mejor preparado que tú, que se consideran superiores a mí, pobre y estúpida personita que no debería ni presentarse. Alguno de estos personajes se te acerca un día, sin que sepas muy bien por qué, ya que nunca te dirige la palabra, y te pregunta con sonrisilla de soberbia y aire de superioridad: "¿Qué tal lo llevas?" Y yo, con cara de idiota, intentando reaccionar y comprender por qué esa persona me ha elegido a mí y no a otra, respondo: "Bien". Y se va contento el personajillo en cuestión porque ha conseguido su objetivo: reafirmarse, intentar superar su propio miedo buscando personas que lo lleven peor que él. ¿Qué esperan que se les conteste? ¿Esperan que realmente diga la verdad? ¿Qué prefieren oír, que voy sobrada porque la empecé a estudiar el 1 de octubre o que me ha pillado el toro y no me dará tiempo ni dándome el atracón? Si no me dirigen la palabra, no sé para qué preguntan. Es obvio que siempre diré "Bien" , porque lo que realmente me pase se lo reservo a la gente que se preocupa por mí, y yo considere que son sinceras conmigo, y que puedo confiarles cómo van los 25 temas de Pediatría que mi cerebro debe aprender.
La otra, por el contrario, suele venir de mi madre, hermano (mayor, el único que tengo) y amigos/as próximos. Me ven histérica, pataleando los apuntes, llorando con un ataque de ira, rabia e impotencia al mismo tiempo, acordándome de los profesores (y de sus papás, y de sus mamás, y de sus familias en general) y soltando todo tipo de burradas acompañadas de un comportamiento nada adecuado, y me sueltan: "Tranquila". ¿Tranquila? Tengo 25 temas mezclados en mi memoria, para luego encontrarme preguntas sobre tasas de mortalidad y leche materna en las que todos los números son iguales (elige entre 6,2; 6,3; 6,4; 6,5 o ninguna de las anteriores) en vez de preguntas sensatas sobre aspectos que merecería la pena recordar; tengo una residencia ruidosa y no descanso por las noches, estoy cansada, reventada, agotada y cabreada, ¿¿cómo voy a estar tranquila?? No sé cómo se puede decir semejante palabra a una estudiante agobiada. El hecho de oírla no me va a tranquilizar, ni a calmar, ni a animarme, ni a serenarme ni a ayudarme a estudiar. Debería estar prohibido por ley decir eso.
Quedan 4 días a.P (antes de Pediatría). Y para algún curioso/a, no lo llevo nada mal (podría ser peor), pero empiezo a no estar muy tranquila. Que Dios reparta suerte, y que la suerte nos acompañe.

jueves, 13 de diciembre de 2007

Bruno Pelletier - Loin de chez moi

Loin de chez moi

Plagio vilmente el título de una canción de mi cantante vip, Bruno Pelletier, para referirme al triste final del puente. ¡Qué bien me ha sentado! Ya no tenía ganas de volver a estudiar... pero tengo que hacerlo porque me espera un examen el 20 de pediatría. En fin...
Lejos de mi casa otra vez, quiero dedicar hoy este post a los compañeros de viaje. Resulta curioso. El año pasado coincidía con un chico que se subía en Mérida y llegaba hasta Ciudad Real, y rápidamente sentí simpatía (por decirlo de alguna manera) hacia este hombrecito. El caso es que el tren sólo llegaba hasta Puertollano, y como nunca hasta ese momento había ido yo a la estación de allí, me eché a perseguirle para conseguir el billete hasta mi destino. Un día me miró raro, pensando seguramente que yo era una especie de friki que le acosaba, pero que se le pasó pronto y empezó a mirarme pensando que yo era una especie de pava que no sabía ni a dónde iba.
Este año ya he coincidido tres veces con otro chico que va de Ciudad Real a Mérida, le he visto después de cada puente (el del Pilar, el de Todos los Santos y este último de la Constitución) justo en el mismo vagón que yo, a mi lado en dos ocasiones y otra enfrente. Éste, a diferencia del anterior, no creyó que le persiguiera, puesto que yo ya he adquirido una destreza asombrosa con los trenes (¡quién me lo iba a decir!), y me dio conversación, que es algo que me encanta, porque así el viaje es un poco más corto y conozco gente de todo tipo. Se despidió deseándome "buen viaje" cuando se bajó. No es una cosa del otro mundo, lo sé, pero como hoy día la educación brilla por su ausencia y la gente ni saluda ni se despide ni en un tren ni en un autobús y se dedican a ir con cara de palo todo el tiempo, pues aquello me pareció extraordinario.
Me encanta encontrarme gente así.
Dejo la canción por si alguien la quiere oír. Y un trocito de letra. Me siento tan identificada con las letras y la música de este cantante...
De mis experiencias vitales en los trenes y de sus gentes, hablaré otro día, aunque más bien creo que puedo escribir un libro.

Loin de chez moi/Je veux m'en aller/Pour mieux revenir/Lentement m'exiler
Loin de chez moi/Je veux voir ma ville/Sans savoir le retour
Lentement m'exiler/Entendre d'autres discours...
...Je veux voir ma ville/Comme une précieuse île/Où je retournerai...

lunes, 3 de diciembre de 2007

De prácticas (1ª parte)

Qué gran razón tenía aquel (o aquella) que dijera que, en el fondo, siempre estás solo/a para todo. Puesto que las personas que se suponen que deberían ayudarme no lo hacen, y sus razones tendrán, y las respetaría si me las dijeran, porque lo único que me dicen es que ya no recuerdan lo que a ellas les pasó (¿cómo es posible que no se recuerde lo que se hizo el año anterior? Yo me acuerdo de todo lo que me ha ocurrido desde que empecé la Universidad y soy capaz de contarlo mil veces a mil generaciones distintas), hoy me he enfrentado, yo solita, al gran reto de llegar a mi centro de salud donde tenía que hacer las prácticas, y volver a la facultad, sin perderme por el camino.
Ya que esas personas no son capaces de decirme siquiera el número de autobús que me lleva al centro de salud (e, insisto, esas mismas personas tuvieron dichas prácticas el año pasado en el mismo centro de salud) porque ya no lo recuerdan, al menos tengo la suerte de contar con auténticas amigas y compañeras que me dibujaron hasta un plano del recorrido del susodicho autobús tan detallado que casi hoy me ha dado miedo comprobar lo exacto que era, pero gracias al cual he llegado sana y salva. La vuelta ha sido mucho más sencilla.
¡Qué bonito el egoísmo! Porque supongo que es uno de los motores que impulsa a la supervivencia, si me preocupo por mí misma y a los demás que les parta un rayo, ¡estupendo! Porque seré yo quien sobreviva en esta jungla. O pisas o te pisan. Pero exagerarlo hasta el punto de negar indicar un camino... eso es viborismo.
Ya digo que respetaría sus razones si me las dijeran. Pero lo mínimo que podrían hacer es ayudarme un poco. No digo ya que me presten apuntes o exámenes porque entiendo que se "piquen" conmigo y entiendo que esas personas se preocuparon de asistir a sus propias clases y es lógico que piensen que ahora yo me aguante y asista a las mías. Se trataba únicamente de indicar un camino. No necesito ya ayuda de esas personas, ni se la volveré a pedir, ya sé que estoy sola, que soy mayorcita para solucionarme la vida, y que encontrar un camino, en el fondo, no es tan difícil. Vale. Lo sé. Sólo espero que esas personas no me pidan ayuda de ningún tipo a mí, porque ya son mayorcitas también para solucionarse sus problemas y para encontrar su camino, y en su conciencia queda todo lo demás.
Por cierto, una maravilla mi médico del centro de salud. He estado muy bien esta mañana, todo muy tranquilito... hasta que los bebotes se ponían a llorar, berrear, gritar y demás reacciones que provocan en ellos ver batas blancas. El próximo día llevaré una roja, a ver si así no me lloran. Al final encontrar el camino valió la pena... a pesar de que la opción fácil hubiera sido cambiar las prácticas con algún compañero/a que las tuviera en un centro de salud que a mí me conveniera... pero volvemos a la teoría del egoísmo, ¿no? Como diría mi padre, dicha teoría se resume en una sola frase: "Pa' joderme yo, jódete tú". Precisa, ¿verdad?