lunes, 26 de enero de 2009

Los Siete






























En tan solo una sola tarde...
... Pereza... sin ganas de hacer nada ni cumplir con mis obligaciones, únicamente con deseos de dormir, descansar, abandonarme al placer de no hacer nada...
... Gula... comer por comer, por matar la ansiedad o aumentarla, hasta límites insospechados, sin hambre, sólo por distraer la mente, por ocultar el nerviosismo entre montañas de comida...
... Soberbia... excesivamente orgullosa de mí misma y menospreciando a los demás, sabiéndome capaz (o al menos, creyéndomelo firmemente) de hacer cosas que los demás ni imaginan, ni pueden...
...Avaricia... obsesión por tenerlo todo, por obtener el mejor resultado, por quererlo, por desearlo por encima de todas las cosas...
... Lujuria... como vía de escape a la tensión, cuando la gula no es capaz de satisfacerme, lo que sea con tal de abandonarme nuevamente al placer de...
... Envidia... de lo que los demás conseguirán y yo no, de sentir que nunca obtengo lo que deseo mientras que los demás lo consiguen sin aparente dificultad, mostrando ante mis ojos el resultado que deseo, haciendo que lo envidie cada vez más...
... Ira... como explosión final, en la hora de la cena, al no soportar la espera, ni la tensión, ni a las caraduras que me rodean; aún siento esa ira recorriendo venas y arterias, llegando al corazón, haciéndome estallar, sin poder controlarme... perdiendo el control... dando su merecido a quien lo necesite, a quien lo está pidiendo a gritos, voy a desahogarme por completo dejando fluir libremente la ira...
... Soy una mujer pecadora...

























jueves, 22 de enero de 2009

Toc, toc... ¿Puedo pasar? Soy la época más feliz de tu vida...

...¡Hola! ¡Adelante, pasa, pasa! No te quedes ahí fuera. ¿Eres...?

...exactamente, soy tu Infancia.

¡Vaya! ¡Qué sorpresa! No te esperaba. ¡Pero pasa, por favor! Esta es mi morada ahora, es pequeña, pero mía, aquí me han pasado tantas cosas...

...lo sé. Has reído y llorado. Antes reías más, te recuerdo así, siempre. Ahora has cambiado, has debido llorar mucho; tu llanto está oculto en las paredes que te rodean...

...no sabía que las paredes hablasen... ni ocultasen cosas... ¡Siéntate, ponte cómoda!

Gracias. No tienes ni idea de lo que me pueden llegar a comunicar. Siento todo lo que hay en esta habitación. ¿Dónde está la niña que una vez fuiste?

Creo que se ha perdido... No creo que se haya ocultado entre las paredes...Por cierto, ¿cómo me has encontrado? ¿Cómo has sabido dónde estoy? Son pocas las personas que lo saben, incluso personas cercanas a mí, en algún sentido, creen que estoy en otra parte...

Ha sido casualidad. Una foto, una persona. Son las que me han traído hasta aquí.

¿Puedo verla y saber quién ha sido? ¡Uf, perdóname! No te he ofrecido nada, ¿quieres algo?

No te preocupes. Sabía que antes o después acabarías ofreciéndolo. Un poco de agua, tengo mucho que contar. Y sí, puedes ver la foto, detrás de ella está el nombre que me ha traído hasta aquí. Oh, gracias por el agua. La taza es muy bonita.

Gracias. Un angelito pintado.

Ya lo veo. Como tú, ¿no?

Eso no debería decirlo yo... Vaya, no me esperaba ni la foto ni el nombre.

Lo sé... es seguramente lo que menos esperabas en un día como hoy, que podría haber sido realmente cualquier otro. ¿Reconoces... o te echo una mano?

No hace falta... lo reconozco todo... son muchas cosas las que vuelven a mi cabeza...

Lo sé. Soy yo quien vuelve a tu cabeza.

Tenías razón al principio... siempre estaba feliz... Supongo que era la edad... ¿Por qué me hiciste aquello? ¿No crees que te marchaste un poco pronto?

Era necesario. Tenías que madurar.

¿Y crees sinceramente que lo he conseguido? Porque a veces, con más frecuencia de la que me gustaría, lo único que siento es que arrastro una enorme tristeza... y pesa mucho... a partir de aquel momento nada fue igual...

Sé que sufriste mucho. ¿Recuerdas cuando no pudiste reprimir las lágrimas...?

Perfectamente.

Lo siento. Te estoy haciendo llorar.

No puedo evitarlo... realmente era feliz...

¿Y eras consciente de ello?

No creo... ya sabes lo que se dice... que nunca se valora lo que se tiene hasta que se pierde, y todo esto lo perdí hace tanto tiempo...

Tranquila. Deja fluir todo lo que sientes. Lo creías olvidado, ¿verdad?

Sí, pero ahora... Lo recuerdo todo. Recuerdo perfectamente cuál era y dónde estaba mi casa. Encontraría el camino sin ningún problema. Sé volver a la escuela que me enseñó mientras tú me acompañabas, Infancia. Y recuerdo el camino casa-escuela. Cuando mi madre me mandaba a hacer recados, y todo el pueblo me conocía como la hija del maestro, como si el maestro fuera lo más... Era maestro de EGB, todavía existía en aquella época... Entraba en una tienda, o en alguna parte, y automáticamente me preguntaban: "¿Eres la hija del maestro, verdad?" Sí, lo soy... Recuerdo el nombre del colegio. El mercadillo de los miércoles. Las panaderías. Las calabazas Ruperta del 1,2,3 que se coleccionaban con los chicles. Los pasteles que encargábamos los domingos. Las Navidades, los Reyes Magos que venían en burro y repartían regalos en la plaza... una vez, a mi padre, no sabíamos qué era... Las fuertes nevadas y el frío, las lluvias que formaban ríos descendiendo la cuesta que era mi calle... Las ovejas que pasaban por ese mismo asfalto. La misa de los domingos y las catequesis. Los carnavales y nuestros desfiles después de ir disfrazados esa tarde al colegio. El escondite en la calle, los lanzamientos de trompo, la cuatrola y el tute, en los que era una experta... Ahora ya no recuerdo cómo se juega. Las postales de Xuxa y sus canciones. Las tardes en casa de mi amiga, jugando e imitando a la cantante. El descubrimiento de Laura Pausini y de lo que era un CD. El intercambio de cromos de Barbie, el único álbum que he completado en mi vida... y que aún conservo. La plaza... su olivo centenario... sé que lo quitaron y que le dedicaron un pequeño homenaje. La fuente que sólo funcionaba en las fiestas de Santiago Apóstol... ah, las fiestas... los pequeños puestos y la verbena... esas fiestas fueron lo último que disfruté allí, mis padres quisieron que me quedara con un buen recuerdo... mientras dormíamos ya en una casa vacía que dejaba de ser nuestro hogar... la felicidad que dejé allí, entre sus paredes, en mi gigantesca habitación. Recuerdo el parque que abrieron, y el camino a la iglesia. Las ruinas del castillo. La amistad, las manualidades por las tardes después del colegio. Aún conservo mi paño de punto de cruz. Los pueblos cercanos... he recorrido todas las verbenas populares, ahí aprendí a bailar... Viajábamos más que la maleta de la Piquer, en nuestro R5... Ir a Ciudad Real era un acontecimiento único, y ahora, ya ves, estoy todos los días allí... Aún veo pasar los autobuses de la Sepulvedana, he hecho más kilómetros que ellos... Recuerdo a nuestra casera, su marido y sus dos hijas... Su marido conducía un autobús de la Sepulvedana, precisamente, de allí a Ciudad Real... Recuerdo los domingos en el campo, y el río Guadalmena. La frontera con Jaén. La piscina, siempre fría, qué frío hacía allí... Aprendí a nadar, y a montar en bicicleta. Los nervios de mi padre tras una tarde entera en la piscina escuchando a El Último de la Fila... al socorrista... mi padre pidiendo al socorrista que dejara un rato que escucháramos el agua... Las pistas de tenis y El Olmo. Las caídas de la bici y mis rodillas ensangrentadas, y mis manos... La biblioteca. Y la bibliotecaria. Que hacía actividades para nosotros, y ponía películas en lo que ella llamaba "cine". Jamás le dije lo que me gustaba aquello, lo que me encantaba leer y su fomento de la lectura y la cultura en los niños. Me hacía gracia cómo nos saludaba desde el coche: alzando las cejas... LO RECUERDO TODO.

Estás sonriendo...

Sí, entre lágrimas. Son muchas emociones las que están golpeando en este momento mi frágil corazón.

Quizás debería haberte avisado...

Oh, no, no, no, no. Ha sido una sorpresa maravillosa.

Has hablado al final más que yo.

Ya... no puedo evitarlo... cuando me enrollo no hay quien me pare...

Sé lo que sientes. Y quiero que guardes todo esto como un tesoro.

Recuerdo cuándo me abandonaste... yo tenía 9 años. Y estaba en el colegio.

¿Quieres que hablemos de ello?

Sí. Una profesora dijo algo... yo no lo entendí muy bien... Y me eché a llorar, delante de todos mis compañeros y amigos. Mi padre me daba Plástica y Conocimiento del Medio aquel año... Luego me lo explicaron en casa... y al final no salió como esperábamos. De lo contrario yo no estaría aquí, estaría en casa.

Fue tu decisión. Era lo que querías, ¿no?

A veces dudo. Creo que no he madurado lo suficiente.

Yo creo que sí. Aunque reconozco que aún te cuesta ubicarte un poco. Te dije al principio que habías cambiado, pero en el fondo... aún veo a la niña que fuiste, que según tú, se ha perdido.

Se ha ido para siempre.

Eso no es cierto. Sigue ahí. Lo noto. En tu voz, en lo que has contado, en la viveza de tus recuerdos. En la ilusión que mantienes. En la felicidad que has sentido al ver la foto, la emoción que te ha desbordado... ¿te duele el corazón? Has roto a llorar.

No, no, estoy bien, no pasa nada. Es llanto... de alegría. Esa emoción que dices... es positiva.

Me alegro. Oye, deberías irte a dormir. Lo necesitas.

No quiero que te vayas, Infancia. Quédate un ratito más...

Te acompañaré esta noche, en tus sueños. Ya me has recuperado, ya sabes lo que tienes que hacer. Mañana, hazlo. Habla, pregunta, cuenta. Recupera aquello que tenías en la foto. Tienes una oportunidad maravillosa.

Me ha encantado reencontrarme contigo... ¿Qué haces?

Inducirte sueño.

Te aseguro que puedo evitarlo, estoy acostumbrada a trasnochar y no podrás...

Duerme niña. Y sueña. Aún te quedan muchas épocas felices en tu vida. No pierdas la ilusión. Lucha. Te queda mucho por descubrir... Guarda esa base, guárdame. Yo velaré tu sueño, hoy, mañana, siempre. Descansa, niña.
Descansa. Me gusta verte dormir así, me gusta ver la expresión tranquila de tu rostro dormido. Espero de corazón que mi visita haya mejorado tu estado de ánimo. Descansa. Me quedaré contigo, siempre.

Infancia...

Shhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, es hora de dormir. Ríndete al sueño. Duerme, duerme, duerme...

martes, 6 de enero de 2009

Blue October - For my brother

El 4 de enero fue el cumpleaños de mi hermano que, como todos los que sigan este blog tan paranoico sabrán, es mayor que yo. Dice Justin Furstenfield que su héroe es su hermano, y que gracias a él, no está solo (en la canción versión CD, al final, canta "I'm so alone", y en esta versión en directo, canta "I'm never alone"). Yo también me he sentido muy sola, y me siento así todavía, de vez en cuando. Y también mi hermano ha sido un apoyo importante para mí, a lo largo de lo que llevo de vida. Y aunque ya le regalé algo que no se esperaba, éste es otro pequeño homenaje.
Es una de mis favoritas de Blue October.

The Polar Express y el día de Reyes

Me gustan muchísimo las películas de animación, de dibujos animados, desde las clásicas hasta las actuales, hechas por ordenador, en tres dimensiones. Las he visto casi todas, y la mayoría en el cine, a pesar de ser mayorcita; otras, las veo cuando las pasan por la tele. Como ha pasado con The Polar Express.
No la había visto, y me puse a verla encantada de la vida, sin saber de qué iba. Está muy bien hecha, Tom Hanks dibujo es clavadito a Tom Hanks humano, real, y la historia en sí me parece genial. Y Tom Hanks me parece un actor impresionante, un actorazo.
El Polar Express es un tren, y la verdad es cuando apareció en escena me dio un poco de reparo, dentro de unos días, el Arco Express me llevará a mí a otra parte. Pero el Polar Express era muy superior. Es un tren mágico, en el que el viaje te lleva a redescubrir cosas, aspectos de ti mismo que creías perdidos. Soy especialista en destripar películas (y libros) y finales con unas cinco-siete palabras que resumen la clave de la película (vamos, que soy un spoiler con patitas) y por si alguien no ha visto la peli no me gustaría diseccionarla. Pero creo que va a ser necesario.
El revisor, maquinista y hombre para todo que es Tom Hanks dibujo pica los billetes de una forma especial, que sólo cobra sentido al final de la película. Al protagonista, cuando le devuelve a casa, le dice que "los trenes son fascinantes. Siempre sabes a dónde van. Pero lo importante es decidir si se sube a ellos o no". Yo, hace mucho tiempo, decidí subirme a uno. Y me encanta que sea un viaje largo, donde a veces, me da tiempo hasta a estudiar, y a veces, me ofrece mucho tiempo donde no tengo nada que hacer salvo pensar. Pensar en todo lo que me da miedo, y en lo que habitualmente no pienso con la excusa de que no tengo tiempo. Es un viaje similar al del Polar Express, en el que se me ofrece la posibilidad de pensar en cosas que creía perdidas, y descubrir otras que creía no tener.
El viaje del protagonista en el Polar Express tiene un fin: recuperar la ilusión perdida. Cuando el billete de vuelta es revisado, el maquinista pica en él la palabra "Cree". Y lo confieso, me eché a llorar. Durante mucho tiempo una persona muy cercana a mí me repetía, una y otra vez, que yo había perdido la ilusión y que, hasta que no la recuperara, no podría volver a ser yo. ¿Y quién soy yo? ¿De verdad me conozco a fondo? ¿Mantengo la ilusión? ¿Por lo que hago, por lo que haré, por lo que me encontraré?
Esta mañana, mañana de Reyes, que es una de mis favoritas del año (en mi casa somos de los Reyes Magos de toda la vida, aquí Papá Noel no pita), me he liado a dar gritos de alegría cuando he visto todo lo que me habían dejado. Porque sé que han sido ellos (son los padres los que no existen). Siempre aciertan, parece que me conocen. Me gusta muchísmo este intercambio de regalos, con todos, conservando un poquito de la ilusión que, de niña, me hacía abrir ojos como platos y asombrarme de todo; de esa ilusión que, ya en el instituto, me hacía gritar cada vez que aprendía algo en clase (especialmente de Biología y Geología, con aquella profesora a la que le fascinaba esa ilusión; incluso un día dijo:"Voy a enseñaros algo, pero primero se lo enseñaré a Mini, porque sé que va a abrir los ojos todo lo que pueda y le va a encantar". Lo que enseñó fue una prótesis de uno de los huesos del oído, el estribo, y grité:"¡Dios mío, si es idéntico al de verdad, si es que es un estribo!"; todavía hoy me acuerdo mucho de esa profesora, que con frecuencia me gritaba también: "¡Mini, espabila!", con ella aprendí no solo Biología); de esa ilusión que ahora parece que me ha abandonado.
Pero yo, como el protagonista de Polar Express, sigo creyendo, por lo menos, en los Reyes Magos. Y espero que mi cascabel (o equivalente) no deje de sonar nunca, aun cuando para todo el mundo, para todos los que me rodean, ya haya dejado de sonar, aunque yo haya crecido, aunque crea que he perdido esa ilusión. Sé que mientras yo lo escuche, esa ilusión seguirá conmigo. Y deseo de corazón que no me abandone.

jueves, 1 de enero de 2009

Blue October - Amnesia

De su directo, Argue with a tree...
Los títulos y las portadas de los discos de Blue October son de lo mejor.

El Año Viejo

Así reza una célebre canción interpretada por Celia Cruz. Es una de mis favoritas para estas fechas. Para mí, la frase estrella en toda la melodía es: "Yo no olvido el año viejo, porque me ha dejado cosas muy buenas". Y es cierto. Buenas y malas. Parece que hay que dejar el año viejo atrás, hala, a otra cosa, a empezar el 2009 con buenos propósitos. Pues yo no voy a olvidar las cosas buenas: unos buenos regalos en Reyes, un febrero impresionante en lo que a exámenes se refirió, una Semana Santa tranquila, apoyo y comprensión cuando creí que no la encontraría, risas, risas, risas, risas, un buen montón de frases célebres, unos viajes en tren maravillosos, entretenidos, divertidos, que echo de menos cuando no los tengo, descanso, la graduación de mi hermano y el fin de su carrera universitaria (con envidia, lo confieso), un empiece con ilusión, un curso un tanto raro y unas navidades muy esperadas y tranquilas.
A Celia Cruz le dejó otras cosas. Yo, lo demás, lo malo, lo negativo, lo que me hizo daño y lo que me hizo sentir como una idiota, lo he olvidado. El año viejo sólo me ha dejado cosas muy buenas.