jueves, 9 de julio de 2009

El momento cajas



Sólo pensar en el momento cajas hace que mi frágil corazoncito se acelere y que me invada una pereza terrible. Llega una vez al año, entre el 1 y el 4 de julio, y cada año es completamente diferente. Este año, fue el día 2 de julio. Pero ha habido más.

PRIMER MOMENTO CAJAS.- Si no recuerdo mal, debió caer el 1 de julio de 2005. Realmente, no hubo cajas, sino bolsas de basura, en las que guardé todas mis pertenencias que adornan y dan vida a mi pequeña habitación de estudiante, porque no sabía cómo guardarlas. No salió bien del todo, y algunas bolsas acabé guardándolas en cajas. Fue una ET (Experiencia Traumática) en toda regla.

SEGUNDO MOMENTO CAJAS.- El 3 de julio de 2006. Después de cenar, por la noche, salí a robar cajas (creo recordar que acompañada) a la calle central comercial, y encontré 5 cajas maravillosas en las que entraba yo misma sin necesidad de encogerme (soy tamaño mini). Las cargué bien cargadas con todo lo que tenían, y pesaban tanto, tanto, que tuve que esperar a que al día siguiente llegara mi padre a recogerme y las bajara él al sótano. Mi hermano mayor también vino a colaborar; no ha vuelto a venir a buscarme cuando acabo el curso.

TERCER MOMENTO CAJAS.- El 2 de julio de 2007. Maravillada porque no me habían tirado mis fantásticas y gigantescas 5 cajas las volví a llenar con todo lo que tenía; básicamente, todo lo del año anterior y algo (mucho) más. No sé de dónde saco tantos trastos ni cómo consigo meterlos en mi habitación. Mi padre volvió a bajarlas, pero mi madre me dijo: “Esto ya es mucho trabajo, tu padre ya no puede”. Pues yo creo que las bajó todas sin quejarse. Pero este comentario se guardó en mi subconsciente.

CUARTO MOMENTO CAJAS.- El 4 de julio de 2008. Es el más divertido. Seguía conservando mis magníficas cajas, pero estaba preocupada por si mi padre quedaba aplastado por una de esas cajas si se le llegaba a caer encima, porque ya no podía, y con una compañera y amiga de la residencia volvimos a robar cajas a la calle antes citada. Las encontramos de dimensiones perfectas, porque si las llenábamos, nosotras podíamos cargar con ellas y así yo misma las bajaría al sótano, sin necesidad de explotar a mi padre. Lo gracioso es que cuando las llevamos a la residencia, la directora nos dijo que las bajáramos al sótano, que si las dejábamos en el pasillo al lado de nuestra puerta hacían feo, y las bajamos, porque no somos malas, y se nos pasó ponerles nombre. Al día siguiente, mi compañera y amiga me contó que las había repartido entre compañeras que necesitaban cajas (“En el sótano hay”; ya, pero eran nuestras y nos vio con ellas la noche anterior); así que, como no somos malas, insisto, fuimos a buscar más. Me sentí completamente idiota y muy muy muy muy enfadada. Pero bueno, no pude hacer nada y llené mis nuevas cajitas. Las bajé solita al sótano, me sentí feliz y realizada, y mi padre y mi madre se quedaron taaaaaaaan asombrados cuando llegaron y lo vieron todo recogido, que lloraron de la emoción y todo (dramatización del efecto).

QUINTO MOMENTO CAJAS.- El 2 de julio de 2009. Me habían guardado mis cajitas, no se las habían dado a nadie, y ya sabía qué iba en cada una. Recogí rápido. Volví a buscar cajas para lo que quería llevarme a casa, y fue muy muy divertida la búsqueda y captura de las mismas. Aunque había poca oferta. Las volví a bajar y mis padres volvieron a ponerse muy contentos. Estupendo. Todos contentos.

El 4 de julio es mi cumpleaños (Nacido el 4 de julio, como la película de Tom Cruise) y por eso las prisas en recoger y volver a casa, para celebrarlo allí. Echo de menos los dos primeros momentos cajas, en los que me sorprendían mis compañeras y amigas cantándome el cumpleaños feliz, regalándome esprite (Sprite) y lluvias de confeti en el pasillo mientras yo hacía mis cajas. El próximo año será el último momento cajas, y tendré que tirar un montón de cosas, porque todo eso no cabe en casa; será totalmente diferente. Y sé que vendrán más momentos de “pequeñas mudanzas”, porque empezaré una nueva etapa, y luego otra, y así hasta que encuentre un lugar en el que instalarme definitivamente y, así (espero), dejaré de hacer cajas... algún día.