A veces, de tanto repetir una palabra, parece que pierde su significado, que carece de sentido, que no significa nada, hasta parece extraño pronunciarla.
A veces, de tanto repetir una palabra, parece que te persigue: la lees en todas partes, la oyes en todas partes, en contextos que ni imaginabas encontrarla.
A mí me persigue la palabra simulacro.
Simulacrosimulacrosimulacrosimulacrosimulacrosimulacrosimulacrosimulacrosimulacrosimulacrosimulacrosimulacrosimulacrosimulacrosimulacrosimulacrosimulacrosimulacrosimulacrosimulacrosimulacro... Son los que llevo.
Simulacrosimulacrosimulacro... Son los que me quedan.
Es fea la palabra. Pero fea, fea.
lunes, 3 de enero de 2011
Suscribirse a:
Entradas (Atom)