domingo, 13 de julio de 2008

Breve cronología del descubrimiento de un autor asombroso

2004.- Es el año en que descubro la obra de José Carlos Somoza, porque es el momento en que Mj me lo recomienda (me recomienda la lectura de La ventana pintada, cuando se da cuenta de mi pasión por el cine, y asegura que me va a encantar). (Y así fue).
2004-2008.- Son los años que dedico a devorar la obra del autor; sólo me faltan aquellos que no están en la biblioteca, Cartas de un asesino insignificante y La caja de marfil; y el último que ha publicado, que no lo encuentro en la biblioteca).
2008.- Verano. Acabo de terminar la lectura de La caverna de las ideas. Metaliteratura. La novela es impresionante. Podría desgranarla y lucirme contando el final; porque soy una de esas personas a las que no sólo no les molesta que le cuenten el final de libros y películas, sino que, además, no me importa compartir los finales de libros y películas que conozco, he leído o he visto, con los demás. Así que voy a resistir la tentación y no voy a dar ningún dato sobre la novela. A quien le interese, que la disfrute. Pero voy a dejar un par de reflexiones profundas que me han llamado la atención, de la misma manera que hice con un fragmento de La ventana pintada en otro post de este blog. La verdad es que, inicialmente, iba a incluirlas (las reflexiones) en "Frases célbres", pero como hace mucho que no escribo y estoy un poco depresiva (insisto, diciclotímica; ¿por qué no puedo superar la palabra que usaste para describirme?) he pensado hacer un post con dos de las frases que más me han llamado la atención del libro.
La primera: "Escribir es extraño, amigo mío: en mi opinión, la primera actividad más extraña y terrible que un hombre puede realizar - y añadió, regresando a su económica sonrisa -: Leer es la segunda". He pasado un buen rato pensando en esto. Extrañas actividades, es posible, de hecho, sólo las realizan unos pocos/as; terribles, desde luego. El poder de las palabras (escritas, leídas) es infinito. Bien usadas son más peligrosas que cualquier espada afilada (parafraseando una cita de El conde de Montecristo, de Alejandro Dumas, cuando Fernando se dispone a escribir y uno de los hombres que le observa piensa que esas palabras pueden causar más daño que cualquier acción física malintencionada).
La segunda: "-¡Ah, la literatura!... - dijo -. ¡Leer no es pensar a solas, amigo mío: leer es dialogar! Pero el diálogo de la lectura es un diálogo platónico: tu interlocutor es una idea. Sin embargo, no es una idea inmutable: al dialogar con ella, la modificas, la haces tuya, llegas a creer en si existencia independiente..." [...] Casi no tengo palabras... siempre he pensado que al leer, no estaba sola; que los libros me acompañaban, me avivaban la imaginación, me animaban a pensar, a mimetizarme con el/la protagonista y a vivir sus aventuras... Me aíslo por completo cuando leo (esto mismo me ocurre ante una película o una obra de teatro). Pero lo de no pensar a solas, sino dialogar, como definición de la lectura me ha dejado helada. Es una idea para darle vueltas.
Y así llevo desde que acabé la lectura de este libro. A mi parecer magnífico. Es lo que causa el verano en mí: aunque tengo muuuuuuuuuuuucho que hacer, necesito tiempo para leer, desconectar y olvidarme, sumida en ese diálogo con una idea, de lo que me espera.

lunes, 7 de julio de 2008

¿Descansando?

Se supone que estoy de vacaciones, pero la verdad es que no puedo parar. No me convence la vida de universitaria. O no me la he sabido organizar correctamente. Porque tengo que hacer un montón de créditos de libre elección (vaya sistema de estudio) y he recurrido a los cursos de verano, renunciando a dos semanas de mi pseudodescanso. Yaaaaaa, vaaaaaaaale, no es para taaaaaaaanto, dos semaaaaaaanas, qué vaga sooooooooooooooy, pero es que necesito dormir, un rato, no hacer estos cursos nada más terminar las clases, sino más adelante, a finales de julio, o en agosto... Pero es que sigo madrugando, y perdiendo el tiempo, porque los cursos que me convienen no tienen nada que ver con mi carrera... Menos mal que con mi regalo de cumpleaños se me pueden hacer más llevadero.
Porque acabo de cumplir añitos, los dos patitos, y me alegra que sea en verano, porque no tengo que ir a clase... excepto ahora, que siendo universitaria, o tengo un examen, o un curso para que me den créditos. Qué carrera más laaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaargaaaaaaaaaaaaaa (pero bonita, eso sí). Lo que falla es el sistema de créditos. Otro día lo pongo a parir, que ya no tengo tiempo. ¡Y enhorabuena a María, oleoleoleole!