jueves, 1 de julio de 2010

Mi 14

Jueves, 1 de julio de 2010

Mi querida 14:
Ésta es la última noche que duermo aquí, entre tus cuatro paredes, y no quería irme sin despedirme de ti. ¿Recuerdas cómo llegué a ti? Yo sí. Fue hace seis años. Llegué aquí de casualidad y a última hora, y de las tres que me mostraron te elegí a ti.
¿Sabes por qué te elegí? Porque eras la más barata (sí, es una razón muy cutre, pero fue la primera razón, tengo que reconocerlo), por tu amplio cuarto de baño y por (aunque te parezca increíble) la situación de tu cepillo de barrer y la fregona. Sé que esta última razón te parece un poco rara, pero es que las demás los tenían puestos en mitad de la pared, colgando hacia arriba, y tú los tenías guardados en un rinconcito discreto, sin molestar al resto del cuarto de baño. Así que antes de marcharme dije: “La 14, quiero la 14”. Y así fue. Unos meses más tarde llegué para invadirte.
He de reconocer que la primera vez que te vi me pareciste vieja. Y un poco sucia. Pero con una buena mano de limpieza (de arriba a abajo, me dejaste agotada) y colocando todas mis cosas (eres pequeñita, como yo, pero he sacado el máximo partido a tu espacio, está todo muy bien aprovechado) quedaste mucho mejor. Menudo cambio, ¿eh? Todavía hoy me sorprendo.
Tienes entre tus paredes seis años de mi vida. Y es todo lo que te dejo, los recuerdos, las vivencias de esos seis años. Cuídalos y consérvalos siempre. Si otra persona llega a invadirte, guarda también los fragmentos de su vida, pero no tires los míos. Me has visto llorar muchísimo, reír, bailar, hacer playbacks bailando (primero con un discman y luego con un emepetrés enchufado a los oídos), me has visto llenarte de cosas, tirar otras, instalarte un ordenador, una radio, planchar, lavar, duchas por la noche, siestas de todo tipo de duración; has visto cómo pasaba noches en vela, noches de estudio, noches de fiesta, emociones, diversión; has visto conmigo películas, series, musicales; has escuchado mi evolución en gustos musicales; has compartido cenas y desayunos; alegrías y penas; conversaciones por teléfono; has conservado todo tipo de recuerdos: conversaciones, cartas, entradas, libros; te hice soportar muchísimo peso en tu estantería (hay cada tocho por ahí...) y sobrepasé la capacidad de tu armario (realmente me pregunto cómo pude meter tanto en tu espacio tan limitado); has recibido visitas, y has visto despedidas. Has visto de todo.
Y ahora ha llegado el momento, ahora estás vacía, como al principio, cuando te encontré y decidí quedarme contigo. Pero hay una diferencia abismal: cuando te conocí eras un espacio vacío, pero ahora te miro y te has quedado sin vida, sin ruido, sin mis cosas, sin mi vida. Lloro. Es muy triste verte así, doloroso. Te he regalado un fragmento de mi vida. Ahora me da mucha pena verte. Incluso haces eco si hablo. Te voy a echar mucho de menos. Has visto cómo pasaba de ser una niña a ser toda una mujer, hecha y derecha. Has visto mi evolución, mis cambios, cómo he madurado. Eres una parte muy importante de mi vida. Tanto, que a pesar de ser tan pequeñita, nunca he querido cambiarte por otra. Eres mi espacio vital, mi mundo. Y siento que dejo en tus paredes una parte muy importante de mí. No te cambiaría por ninguna, y si volviera empezar, me quedaría contigo otra vez. Hasta tu número (par) es uno de mis favoritos. Siempre me han resultado tristes los lugares vacíos, las fuentes secas y las piscinas sin agua. Me transmiten una sensación de pasado, de que hubo vida, y ahora han sido abandonadas. Así es como me siento. Cerraré tu puerta, mañana por la mañana, y quién sabe si volveremos a vernos, si volveré a compartir contigo algo de mi vida. Cuida todo lo que queda dentro cuando cierre tu puerta, y no dejes que se escape ni por ella ni por la ventana.
Me despido.Odio las despedidas. Ya no puedo seguir más, no puedo parar de llorar. No pierdas esta carta que te dejo y léela siempre que quieras recordarme. Mi queridísima habitación 14... ésta es la última noche que duermo aquí.

Te quiere,
Mini.