martes, 6 de enero de 2009

The Polar Express y el día de Reyes

Me gustan muchísimo las películas de animación, de dibujos animados, desde las clásicas hasta las actuales, hechas por ordenador, en tres dimensiones. Las he visto casi todas, y la mayoría en el cine, a pesar de ser mayorcita; otras, las veo cuando las pasan por la tele. Como ha pasado con The Polar Express.
No la había visto, y me puse a verla encantada de la vida, sin saber de qué iba. Está muy bien hecha, Tom Hanks dibujo es clavadito a Tom Hanks humano, real, y la historia en sí me parece genial. Y Tom Hanks me parece un actor impresionante, un actorazo.
El Polar Express es un tren, y la verdad es cuando apareció en escena me dio un poco de reparo, dentro de unos días, el Arco Express me llevará a mí a otra parte. Pero el Polar Express era muy superior. Es un tren mágico, en el que el viaje te lleva a redescubrir cosas, aspectos de ti mismo que creías perdidos. Soy especialista en destripar películas (y libros) y finales con unas cinco-siete palabras que resumen la clave de la película (vamos, que soy un spoiler con patitas) y por si alguien no ha visto la peli no me gustaría diseccionarla. Pero creo que va a ser necesario.
El revisor, maquinista y hombre para todo que es Tom Hanks dibujo pica los billetes de una forma especial, que sólo cobra sentido al final de la película. Al protagonista, cuando le devuelve a casa, le dice que "los trenes son fascinantes. Siempre sabes a dónde van. Pero lo importante es decidir si se sube a ellos o no". Yo, hace mucho tiempo, decidí subirme a uno. Y me encanta que sea un viaje largo, donde a veces, me da tiempo hasta a estudiar, y a veces, me ofrece mucho tiempo donde no tengo nada que hacer salvo pensar. Pensar en todo lo que me da miedo, y en lo que habitualmente no pienso con la excusa de que no tengo tiempo. Es un viaje similar al del Polar Express, en el que se me ofrece la posibilidad de pensar en cosas que creía perdidas, y descubrir otras que creía no tener.
El viaje del protagonista en el Polar Express tiene un fin: recuperar la ilusión perdida. Cuando el billete de vuelta es revisado, el maquinista pica en él la palabra "Cree". Y lo confieso, me eché a llorar. Durante mucho tiempo una persona muy cercana a mí me repetía, una y otra vez, que yo había perdido la ilusión y que, hasta que no la recuperara, no podría volver a ser yo. ¿Y quién soy yo? ¿De verdad me conozco a fondo? ¿Mantengo la ilusión? ¿Por lo que hago, por lo que haré, por lo que me encontraré?
Esta mañana, mañana de Reyes, que es una de mis favoritas del año (en mi casa somos de los Reyes Magos de toda la vida, aquí Papá Noel no pita), me he liado a dar gritos de alegría cuando he visto todo lo que me habían dejado. Porque sé que han sido ellos (son los padres los que no existen). Siempre aciertan, parece que me conocen. Me gusta muchísmo este intercambio de regalos, con todos, conservando un poquito de la ilusión que, de niña, me hacía abrir ojos como platos y asombrarme de todo; de esa ilusión que, ya en el instituto, me hacía gritar cada vez que aprendía algo en clase (especialmente de Biología y Geología, con aquella profesora a la que le fascinaba esa ilusión; incluso un día dijo:"Voy a enseñaros algo, pero primero se lo enseñaré a Mini, porque sé que va a abrir los ojos todo lo que pueda y le va a encantar". Lo que enseñó fue una prótesis de uno de los huesos del oído, el estribo, y grité:"¡Dios mío, si es idéntico al de verdad, si es que es un estribo!"; todavía hoy me acuerdo mucho de esa profesora, que con frecuencia me gritaba también: "¡Mini, espabila!", con ella aprendí no solo Biología); de esa ilusión que ahora parece que me ha abandonado.
Pero yo, como el protagonista de Polar Express, sigo creyendo, por lo menos, en los Reyes Magos. Y espero que mi cascabel (o equivalente) no deje de sonar nunca, aun cuando para todo el mundo, para todos los que me rodean, ya haya dejado de sonar, aunque yo haya crecido, aunque crea que he perdido esa ilusión. Sé que mientras yo lo escuche, esa ilusión seguirá conmigo. Y deseo de corazón que no me abandone.

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