martes, 13 de noviembre de 2007

Martes y 13

Ay, las supersticiones... qué puedo decir, si yo misma las tengo. Pero quiero gritar al mundo que lee mi blog que, contra todo pronóstico, hoy ha sido uno de los mejores días que he tenido en unas cuantas semanas. Para empezar, me he levantado un poquito más tarde, pero he llegado puntual a clase; para continuar, no he tenido que asistir a un seminario de prácticas sobre el tiroides porque el profesor no se ha presentado (¡qué suerte!); a continuación me fui a estudiar a la biblioteca de la facultad, que odio terriblemente, pero quería aprovechar el tiempo, y la odio porque allí siempre hace frío, pero hoy ¡he estado bien! Tampoco era el Caribe pero por lo menos no me he tenido que poner el abrigo. Y esta tarde, que yo tanto temía porque tengo un profesor con el que no comparto su idea de la enseñanza, no ha podido ir mejor: no ha preguntado nada ni ha ridiculizado a nadie. ¡Menos mal! Y es que no considero que profiriendo gritos, amenazas y diciendo a los alumnos que son todos inútiles se fomente el gusto por el estudio o se consiga hacer aprender algo a los alumnos. Todo lo contrario, se les cohíbe, se les hace sentir mal e incómodos, se les provoca miedo. El miedo es el peor de los compañeros. Personalmente, no soporto los gritos, es algo que me anula, que me deja sin palabras, sin poder reaccionar. Cierto es que en una clase es el profesor el que manda, obvio, y que se le debe respeto, pero eso no da derecho a abusar de la autoridad y a faltar a los alumnos. En ninguna clase me sentí ofendida personalmente, hasta el momento nunca ha dicho que yo y sólo yo soy una inútil, pero sí me siento ofendida como parte integrante de la clase y si dice que la clase de 4º de Medicina es estúpida, pues me molesta, porque yo estoy en esa clase y por tanto se está refiriendo a mí también. No creo que hacer ir a los alumnos con miedo sirva para enseñarles algo. Lo único que está consiguiendo este profesor es que cada vez vaya menos gente a clase. Se ha notado mucho esta tarde. Debería replantearse sus métodos. Por eso, conseguir una tarde tranquila, sin que insulte a nadie ni le ridiculice por no saber contestar a una pregunta (si lo supiera ya todo no estaría en clase, estoy aquí para aprender todo lo que no sé), es síntoma de un día de buena suerte.
Y para rematar un día redondo, llego a mi habitación de la residencia y mi ordenador se conecta solito a Internet y funciona de maravilla. A ver cuánto le dura... espero que al menos esta noche.
Parece mentira que hoy fuera martes y 13.

No hay comentarios: