miércoles, 24 de febrero de 2010

Muéstrate, amigo, qué nostalgia

Echo de menos los sábados y domingos en que quedábamos sólo seis o siete personas, porque las demás huían a sus casas, y en la hora de comer llenábamos sólo una mesa.
Echo de menos los sábados en que quedábamos a las ocho de la tarde para ir a comprar la cena, e íbamos todas en ala.
Echo de menos las cenas de los sábados en la tele en que bajábamos todas y sorprendentemente siempre encontrábamos película o serie a gusto de todas o casi todas.
Echo de menos la semana en la tele en que después de cenar bajábamos a ver la serie de turno, nuevamente con todas más o menos de acuerdo (quien bajaba primero y veía algo que le interesaba se quedaba con ello, no se le quitaba, desde luego), o bajaba a cantar gracias a cierto programa de karaoke televisivo.
Echo de menos el ordenador en el cuarto pequeño enfrente del comedor, su plantilla de horas y cómo cabían cuatro o cinco personas en un espacio tan reducido.
Echo de menos los experimentos con cocacola en la terraza y los momentos colacao en las sillitas después de cenar.
Echo de menos, mucho, mucho, las fantásticas sesiones de cine en la habitación número 6, y a sus espectadoras.
Echo de menos el cine y la música en la habitación número 51 modelo plaza de toros (creo que no hay otra habitación tan grande), hasta la una de la mañana descubriendo que me estaba perdiendo mucha buena música.
Echo de menos bajar a comer o a cenar y saber que era bienvenida en cualquier mesa, que tendría conversación y que no estaría excluida.
Echo de menos las cenas especiales que se hacen tres veces al año y que eran otra ocasión para comprobar que se sentara quien se sentara a tu lado no faltaría conversación.
Echo de menos ir al videoclub a la caza de una peli (o varias) y de provisiones y la capacidad de devolver la peli siempre con retraso.
Echo de menos los domingos en que la habitante de la número 6 nos despertaba para desayunar, arrastrando los pies por los pasillos con sus zapatillas-perro.
Echo de menos el desayuno a partir de las 10 los domingos, y los churros con chocolate que sólo disfruté un año.
Echo de menos ser la esteticista semioficial.
Echo de menos muchas cosas...


(La nostalgia me entró el viernes pasado con la grata sorpresa de que la habitante de la número 51 vino a visitarnos. Me alegró muchísimo. Pareció telepatía. El título de la entrada corresponde a la canción Wandering child (Niña perdida) de El Fantasma de la Ópera, en la versión de la película de Joel Schumacher de 2004, doblada por Juan Carlos Barona y Julia Möller. Esta parte la canta Christine/Julia Möller).

2 comentarios:

Mj dijo...

yo también te echo de menos :)

Unknown dijo...

Joooooooooooo, qué bonito, tú ya sabes lo que pienso!!