martes, 10 de febrero de 2009

¿Es que nunca te han llamado al corazón?

Desmenuzando versos de Bécquer... en una clase que constituye una vía de escape para mí... Nunca se me han dado bien las metáforas, me cuesta verlas, deben ser muy claras para que caiga en ellas... Voy aprendiendo, soy capaz de analizar esos versos, de desentrañar su significado oculto... Voy descubriendo metáforas por todas partes...
La profesora (maravillosa influencia en mi vida, cuánto me alegra haberla conocido, haber hablado con ella) me ayuda... algo sobre ventanas, una metáfora sobre ventanas...
¿Dónde están? No las veo... Ah, sí, en el corazón... ¿Ventanas abiertas o cerradas? Todavía no logro captarlo del todo... Alguien llama, pretende colarse por esas ventanas... Nada, que no lo veo... Voy a pensarlo con tranquilidad... Un poco más de ayuda... Vaya, era obvio, ¿cómo no he caído antes?
Es el amor, es él quien llama, quien acude a esas ventanas, quien vuelve (o no). Sonrío... era tan evidente... Me preguntan: "¿Cómo no lo has visto? ¿Es que nunca te han llamado al corazón?"
Pues no... nunca... "Ay, lo que te queda por sufrir"... Entonces intentaré retrasar ese sufrimiento, más adelante, cuando tenga tiempo libre para sufrir por ese motivo, claro.
Mientras tanto voy iniciándome en la poesía. Ahora soy capaz de leerla y entenderla. He abierto una ventanita, la he dejado pasar, y quiero que se quede por aquí, cerca. Junto a las novelas y al teatro (aunque al leerlo siempre me falte la representación, a pesar de que la vea en mi cabecita). Un ejemplo:
No te puedo ver. Me engañas.
Te encubres. No te puedo ver.
Quítate esas sombras, quítate
eso que enturbia tu piel
que me hace odiarte, que hace
que ahora no te pueda ver.
Navegué mucho contigo
y no eres quien debes ser.
No es el sol quien te ha quemado
ni el mar quien doró tu tez.
Esa oscuridad te nace
de adentro. No eres ya aquel
claro amigo iluminado
con quien tanto navegué.
De Manuel Altolaguirre, en Las Islas Invitadas, dedicado a su amigo y poeta Emilio Prados.

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