Lo respeto. No lo comparto, pero lo respeto. El Carnaval es una fiesta a la que nunca he encontrado sentido: ni me divierte disfrazarme (ya voy todos los días así) ni comprendo esa pasión desmedida de los hombres por vestirse de mujeres, deben tener un lado femenino muy marcado, aunque diariamente no se les vea, ni me hacen gracia los desfiles, nada. Creo que es culpa de mis padres, que desde pequeña, ni a mi hermano ni a mí nos dejaban disfrazarnos para ese día en la escuela en que todos los niños se visten de mascarita. A ellos les parecía ridículo y, en esto, como todo, de mayor acabas haciendo a lo que te acostumbran de chico, así que no me gustan. Pero lo respeto; puede que sea tiempo de olvidar males y salir a la calle con la imagen del alter ego que todo ser humano posee y cantar y tocar los tambores.
Lo malo es que, cuando cae en febrero, ahora, yo, señorita universitaria, sufro con exámenes, y eso debería tenerse en cuenta. ¿No se podría establecer fecha fija en marzo y en paz, asunto resuelto? NO. Me lo han explicado mil veces, eso de cómo se fechan los carnavales, pero ninguna de esas mil veces me he enterado. No prestaba atención cuando me lo decían. En fin, que me examino el lunes, que me he ido a la biblioteca (un día te haré una oda, biblioteca de mi corazón que me das paz espiritual) para centrarme más... Todo iba bien hasta que se han puesto a tocar los tambores, se supone que en la calle de la biblio, pero parecía que estaban dentro de la biblio; me he paseado, he bajado a la planta baja... Nada/se oía por todas partes/ese ruido insoportable/por Dios qué mala leche se me ponía/cada vez más/quería salir a la calle y mandarlos a/lejos, muy lejos/donde nadie les oyera/ cómo molestaaaaaaaaaaaaaaan
Pero no puedo competir contra los carnavaleros, porque yo soy una sosa amargada por los exámenes. Y la culpa es mía por haberme ido a la biblioteca... ¡Ah, no! Si da igual, se les oye en todo el pueblo, los oigo hasta en la residencia.
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1 comentario:
A ver...es cuestión de sentirlo. No es ya salir disfrazado, sino la sensación de que serás " el raro" si no te disfrazas ni nada. Yo odiaba los carnavales antes de llegar a Badajó, pero hijamia, a la primera de cambio, lo entendí todo. Las murgas que ensayan desde Agosto e intentan insultar musicalmente. Encontrarte en la plaza de San Atón con gente a la que no veías hace años, de cualquier momento de tu vida, hechos unos mamarrachos. El desfile de las comparsas saltando al ritmo de los tambores ( yo es que entre los tambores y las campanas de nuestro barrio, prefiero los tambores, que me enervan mucho menos y siempre me hacen pensar que llegan los canavales, que llega la fiesta)a pesar de que te hayas acostado a las 10 de la mañana y lleves tres horas de pie bajo la lluvia. Y la soltura que te da el anonimato de un disfraz...en fin, que llevo 7 años viviendolos. No he fallado ni uno. Y que siga la racha :)
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